Navidad… dulce navidad!

Pues si, ya estamos sumergidos en esta familiar o despilfarradora época del año dependiendo para quién. Os tengo que confesar que me gustan mucho las navidades porque para mí son fechas muy entrañables con sabor a paz, calor de hogar, familia, vacaciones… y todo eso vivido desde pequeña con mucho amor y respeto. Aunque tengo que confesar que éramos (siempre mi papi y yo) de los que cogíamos una ramita de pino natural para adornar la casa. Hoy, después de muchos años, me arrepiento de ello y os aconsejo encarecidamente que compréis uno artificial. Aún así… después de este «mea-culpa» sigo defendiendo y disfrutando de las navidades.

Pero siento que hoy en día están totalmente desvirtuadas y en las que predomina sobre todo el afán de consumo. Un consumo incitado por la voraz publicidad navideña que se deja sentir, casi, una vez regresan las últimas caravanas de la playa. Cada año vemos brillar antes las luces de colores, los turrones y capones en los supermercados y el señor calvo nos ayuda a fantasear con los millones del Gordo. Y los niños ya no esperan, como lo hacíamos antes, ilusionados a la noche de reyes porque ahora  ya saben de sobra desde muy pronto que los «reyes» son sus papis y a estos ya no les piden, les exigen que les compren el último juego de la play o cierta marca de deportivas. Y yo me pregunto ¿porqué ha cambiado tanto el sentido de la Navidad? y al mismo tiempo me da mucha pena esa felicidad aparente por un día, que muestran los niños y no tan niños, por la llegada de tanto regalo caro y tanto materialismo que intenta tapar muchas ausencias.

¡Se han perdido tantas cosas por el camino! que las fechas que se avecinan ya más que ilusión casi me dan miedo por no poder,  o más bien querer,  disfrutarlas como lo hace la mayoría, pero por otro lado pienso que si me gustaban como eran antes ¿porqué no seguir haciéndolo así e incluso recuperar cosas que están ya casi en el olvido?… Si, lo voy a hacer, voy a seguir soñando en estos días de paz y en esa noche tan especial y mágica que año tras año me transporta a mi niñez. Pero no pienso quedarme contenta con eso, intentaré contagiar a los que están a mi alrededor (incluidos los «grinchitos«) esta forma de ver las Navidades.

Para terminar con mis pensamientos navideños os voy a dar algunos truquillos para que sean más sostenibles y en lo que se pueda ecológicas, como por ejemplo:

• En el alumbrado navideño usad lámparas de bajo consumo o sustituid las luces por adornos confeccionados con flores, hojas, ramas, fieltro… (¡que idea! ya os enseñaré mi arbolito de navidad que estoy haciendo)
• Elegid un arbolito de Navidad artificial que os durará muchos años y no dañaréis la naturaleza (de lo contrario ya os veo entonando vuestra culpa también)
• Felicitad a los seres queridos con postales de alguna ONG solidaria con el entorno social y medioambiental.
• Elegid juguetes y regalos fabricados con materiales duraderos o ecológicos y si fuesen de madera que tengan el sello FSC (otro día os hablaré de este sello que certifica una gestión forestal ambientalmente responsable)
• Reciclad juguetes ya usados y decantaros por regalos artesanales hechos por uno mismo o comprados en tiendas de Comercio Justo.
• Reutilizad papel de regalo ya usado o usar papel reciclado.

Con esta reflexión por mi parte y estos consejillos, que cada uno pase estas fechas de la mejor manera posible pero siempre con AMOR y PAZ.